lunes, 22 de abril de 2013

Tenemos Que Hablar de Kevin



Para quienes nos gusta el psicoanálisis este tipo de películas resulta fascinante por el material analítico que contiene y que nos sirve para ilustrar algunos conceptos.
Hablemos de Kevin es una película acerca de una masacre que ocurre en un colegio estadounidense por un estudiante de 16 años y que refleja muy bien los tipos de vínculos con sus figuras primarias, la relación con las figuras de autoridad y prohibiciones entre otros aspecto que iré desarrollando.

Siempre los psicólogos nos preguntamos ¿por qué los individuos se comportan como se comportan? ¿Qué es lo que subyace una conducta determinada? Y probablemente muchos se pregunten cuando ven en las noticias este tipo de masacre dirán: ¿Por qué pasará esto en EE.UU? ¿Cómo habrá sido la vida de ese muchacho para que hiciera esto?, ¡seguro eso fue por culpa de los padres que no supieron criarlos!.

En la película se observa un embarazo donde la madre no estaba segura al momento de concebirlo, ya en estado con el barrigón no disfrutaba igual que otras mamás el ir al gimnasio. Cuando el bebé nace no se ve que sobresale la felicidad y cuando el bebé llora sin cesar no vemos lo que el psicoanalista Bion llamó “la función reveri” ese instinto o conocimiento que tienen las cuidadoras y madres de saber si el bebé está llorando ¿por qué?. puede ser hambre, quiere que lo contengan, que lo acurruquen, que lo deseen y que lo amen.

Hay una escena en la película donde la mamá le dice a Kevin algo así como:  “yo antes de tenerte quería irme a Francia” o “yo en vez de tenerte debí estar en Francia”.
Kevin fue un niño que controló esfínteres después de lo esperado, que observó escenas primarias y que desde pequeño le costaba acatar órdenes de la mamá. La retaba y la mamá no era capaz de poner límites cuando lo ameritaba y ofrecerle una crianza llena de amor.
Hay varias escenas a las que me quiero referir para poder hablar de la estructura y la comprensión psicoanalítica del caso.

El papá lo arrullaba, jugaba con él, le hacía referencia a la madre de que sólo era un niño, que había que comprenderlo. La mamá se pone a jugar con Kevin a la pelota y Kevin no le respondía a la mamá sino cuando a Kevin le daba la gana. Siempre le hablaba mal a la madre. Kevin se hacía pupú encima como una forma de agredirla, ella se desesperaba. Tuvieron un accidente por culpa de la madre donde Kevin se fractura el brazo, después de este incidente Kevin logró manipular a su antojo a la madre. Quien conduciendo le preguntaba: ¿Kevin, puedo pasar por el supermercado? Y Kevin respondía “no quiero irme a casa”, se tocaba la cicatriz que le quedó producto del accidente y la madre accedía a lo que Kevin quería. ¿Quién pone la autoridad? Luego la pareja tuvo otra hija sin planificación y Kevin la maltrataba, le mataba a sus mascotas, incluso se presume que producto de un ácido perdió el ojo por culpa de Kevin. Kevin se comportaba distinto ante el padre que ante la madre.

En las estructuras perversas la ley del padre, la ley de prohibición del incesto se presenta pero el mecanismo de defensa que utiliza es la desmentida “la renegación de la ley” esto se traduce a que Kevin si es capaz de reconocer que debe por ejemplo respetar a la madre, que debe respetar la integridad física de las demás personas, pero reniega de eso.

Para Freud la perversión pareciera que proviene de dos polos: la angustia de castración y por el otro, los mecanismos defensivos destinados a defenderla. Esta angustia de castración se resuelve de tres maneras: dos tipos en la que el sujeto no aceptaría la incidencia de la castración sino bajo reserva de trasgredirla continuamente y una donde la acepta y la nostalgia de la pérdida la desplaza a través de los síntomas. 1

En una caso que reniega la castración de habla de perversión, en el caso de que no la acepte hablamos de psicosis y en caso de que la acepte hablamos de neurosis con síntomas histéricos y obsesivos.

Los invito a ver esta película y a comentarla.

1 Dor, J. (2006). Estructuras clínicas y psicoanálisis. Buenos Aires: Amorrortu Editores.

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